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NIÑOS:

RECOMPENSAS INFANTILES UN ACIERTO?

Hoy en día, existe disparidad de opiniones acerca de si los premios estimulan y enriquecen la educación y el crecimiento de los más pequeños. Algunos defienden su puesta en práctica y sus retractores lo califican como un grave error, que les convertirá en unos futuros adolescentes caprichosos. Pero, un adecuado uso y elección de los mismos, motiva y estimula el desarrollo de los niños.

La polémica está en la calle y es el centro de las conversaciones de muchos padres, que dudan sobre si es correcto proceder a premiar las conductas de sus hijos ya que temen que, en consecuencia, un adecuado comportamiento de los pequeños quede siempre supeditado a una recompensa.

Son muy comunes las frases "si comes todo, te llevo al parque" o "si te portas bien, te compro el monopatín". En muchas de estas ocasiones, los padres recurren a este tipo de conductas debido a que no tienen suficiente paciencia con ellos. El peligro se encuentra, en que los pequeños reaccionen únicamente ante esta clase de atractivas ofertas.



ORIENTACIONES PRÁCTICAS

Se recomienda, siempre y cuando sea posible, que los premios sorprendan a los pequeños. Si se acuerda previamente un tipo de regalo, debido a las grandes dosis de impaciencia que caracterizan a los niños de edades tempranas, los niveles de ansiedad irán en aumento y no cesarán hasta que se reciba el juguete acordado.

Siempre es conveniente intentar obtener información acerca de los posibles juegos o juguetes que más desean y más ilusiones despiertan en los niños. Es importante tener en cuenta sus opiniones ya que todo premio debe producir placer y satisfacción.

Además, toda recompensa debe estar centrada y dar respuesta a las necesidades de los pequeños, no a la de los padres.

Evitar la abundancia de juguetes ya que impedirá que el niño explore al máximo las posibilidades que ofrecen cada uno de ellos.

No hay que asustarse cuando intenten destruir el juguete. Los niños sienten curiosidad de explorarlo en todas sus formas.

DEFICIT ATENCIONAL

Pequeños etiquetados de “niños problema”

Esta condición produce alteraciones en la capacidad de atención y de concentración y se manifiesta en niños con inteligencia normal. Puede o no presentarse asociado a hiperactividad e impulsividad.

Puede ser un niño molestoso, inquieto, hiperactivo y desordenado… el típico payaso de la sala de clases que no para de hacer bromas. También puede ser retraído, pasivo y callado, muchas veces catalogado del “burro” del curso.

Estas son las dos caras visibles del déficit atencional, un síndrome que aqueja a muchos pequeños, pero que si es diagnosticado oportuna y acertadamente se puede tratar con excelentes resultados.



Déficit Atencional: ¿De qué estamos hablando?

El déficit atencional es un síndrome, un conjunto de signos y síntomas que se presentan en el ámbito de los trastornos del desarrollo. Hay una dificultad específica en seleccionar un objetivo para atender y mantener la concentración en él. Esto puede ir acompañado o no de hiperactividad y de trastornos en el aprendizaje.

¿Cómo me doy cuenta si mi hijo tiene déficit atencional?

Si están dadas las condiciones como para que un niño preste atención a un elemento o evento (está motivado, no hay nada que lo moleste, no se siente mal, no hay algo que capte más su interés) y aún así logra fijar su atención, puede haber un problema.

Es normal que el niño no se concentre cuando están todos sus amigos jugando, cuando le cae mal la persona que le habla, si está enfermo o si simplemente no le interesa lo que se le está diciendo, y hay algo más interesante que atender.

Es importante recalcar que en muchos casos en que hay problemas de atención, esto no se debe a un déficit atencional. Por ejemplo, se puede tratar de una depresión, de un niño flojo o desmotivado, entre otras posibilidades.

Mas de el 50% de los niños con Déficit atencional tienen padres con el mismo problema.

¿Cómo se trata?

“El tratamiento es complejo porque no hay un marcador biológico o un examen que confirme el diagnóstico. De hecho, se diagnostican más casos de los que hay y dentro de los que realmente tienen esta condición, muchas veces se adjudica a otros trastornos, asegura la especialista. El manejo de esta condición es interdisciplinario. Debe haber un médico –que generalmente es un neurólogo- que decide cómo se manejará la situación a lo largo del tiempo. Hay que tener claro que se interviene en un proceso que no dura un día o un año y que termina para efecto de nuestro manejo alrededor de los 15 o 16 años.

Es necesario evaluar cuáles son las áreas del desarrollo que no están de acuerdo a lo esperable según la edad del niño. Puede ser el área emocional, cognitiva, motriz, entre otras. Luego, hay que armonizar este desarrollo, ya sea con Terapeutas Ocupacionales, Kinesiólogos, Fonoaudiólogos, Psicopedagogos o Psicólogos.

Los profesionales le enseñarán al niño, dependiendo de sus necesidades, técnicas de autocontrol, de motivación, de formación de hábitos académicos, de manejo de las frustraciones y de juicio social, entre otras.

Medicamentos: el gran miedo de los padres

En primer lugar, es importante tener claro que los medicamentos ara tratar el déficit atencional no son curativos. Al ser un problema bioquímico, hay una buena respuesta ante ellos, pero dura sólo durante el periodo que el niño los tome.

De ahí surge la importancia de tratar el problema de manera paralela para que, después de dejar de usar el remedio el niño ya haya aprendido, pues utilizó vías neuronales alternativas que ya entreno y sabrá cómo autocontrolarse, autoprogramarse, mantenerse en actividad, proponerse cosas y lograrlas, etc.

Finalmente, es importante saber que, cuando están indicados, los remedios no producen adicción.


ADOLESCENTES:


ADOLESCENTES Y SUS IDOLOS

Al llegar a la adolescencia los jóvenes buscan ídolos a los que admirar e imitar. Se trata de una etapa más a la hora de formar su identidad. Sin embargo, es importante saber diferenciar entre imitar a un ídolo y obsesionarse por él.

A veces los adolescentes admiran a personas a las que ni siquiera conocen, con lo cual imitan sólo lo que les interesa de ellos o los idealizan olvidándose de la realidad. Tener un ídolo es algo normal, sobre todo, en la etapa de la adolescencia. A estas edades comienzan a tomar conciencia de la identidad propia y desean tener guías, referentes a quien poder seguir e imitar.

En principio, estos iconos de los adolescentes no pueden catalogarse como buenos o malo. Aunque la propia descripción que ofrece le diccionario Persona o cosa excesivamente amada o admirada ya marca el carácter exagerado de la actitud.


El valor de los ídolos

Más que la figura en sí, lo que determina que sean positivos o negativos será la actitud del joven hacia ellos, una excesiva veneración será negativa. Con medida pueden ser una buena herramienta para ayudar a la persona a desarrollarse como tal. Algunos adolescentes ven en sus ídolos, las cualidades que les gustarían tener y no poseen. Otros, buscan en ellos un modo de autoafirmarse, es decir, ver reflejado en sus personajes preferidos, su propia personalidad, para ver aumentada con ello su autoestima.


Lo que esconden los ídolos

Detrás de los ídolos, se esconde un gran comercio y negocio en el que se pretende únicamente vender. El ídolo nace de una continua exhibición de sus virtudes; tras ella, los defectos se idealizan o se pasan por alto. De este modo, la mala educación del idolatrado es interpretada por el adolescente con algo similar a tinene mucha personalidad.

Por ello, es importante enseñar a los niños a ser críticos y realistas. De este modo, tratarán de descubrir cómo es realmente esa persona, sin olvidarse de que aunque haya sido capaz de destacar por algo, sigue siendo una persona de carne y hueso.


Cuando se pasa a lo obsesivo

En ocasiones, un buen número de conductas no muestran sólo respeto o admiración por una persona, sino exageración y fanatismo por ella. Estos comportamientos, que no sólo se dan en jóvenes como muchas veces se piensa, han de reducirse y controlarse, ya que en caso contrario pueden resultar peligrosos.

Por otro lado, la exaltación excesiva es señal de falta de personalidad, baja autoestima.... Es importante trabajar con los hijos estos aspectos y animarles a que la energía que gastan en ensalzar a otras personas la utilicen en trabajar por ellos. Un pequeño análisis, adaptado a la edad y grado de maduración del adolescente también puede ser muy enriquecedor.





ADULTO MAYOR:

COMO ENFRENTAR LA PERDIDA DE MEMORIA


Nunca se había preocupado tanto como aquella mañana. Después de buscar en cada rincón de la casa, finalmente encontró sus anteojos en la heladera: los gruesos cristales húmedos, simpáticamente dispuestos sobre un plato de color azul junto a un trozo de queso.
Ya le habían anticipado que con las primeras canas la memoria comenzaría a fallar y ésta era -no tenía dudas- una demostración de la cuestión, tanto como tener en la punta de la lengua los nombres de viejos conocidos, olvidarse las llaves en cualquier lugar, no recordar el día de la semana o qué iba a buscar a una habitación.
"Si bien luego de los 40 la memoria es una función cognitiva que comienza a deteriorarse, varía mucho de persona en persona, de acuerdo a cómo sea su proceso de envejecimiento, y, por otra parte, no siempre es sinónimo de un problema neurológico u otra enfermedad, sino producto del stress, la ansiedad o la depresión", existen trastornos de memoria en dos niveles: el de almacenamiento (que implica la capacidad de aprender o incorporar información) y el de recuperación, que permite utilizar la información aprendida si hace falta.


Trucos para recordar más

"Un ejercicio es ir leyendo un texto y marcando una letra, por ejemplo la A -comenta el neuropsicólogo-. Luego se puede marcar también una consonante a medida que se lee. Aunque parezca fácil, este ejercicio supone mantener dos consignas cognitivas simultáneas y esto mejora la atención y la concentración."
Goldfarb también sugiere algunos trucos para compensar olvidos cotidianos: destinar un recipiente de tamaño importante, siempre en el mismo lugar de la casa, donde ubicar cuando se llega llaves, documentos, billetera, facturas, cartas. "Las listas, las agendas pormenorizadas, rotular los objetos de uso cotidiano y poner carteles para recordar apagar el gas o la luz, por ejemplo, son recursos para tener en cuenta", advierte.